LA CRUZ

La Cruz es el símbolo de la CULMINACIÓN DE LA GRAN OBRA ; acá convergen todos los conocimientos adquiridos, y puestos en práctica, de todos los símbolos ya conocidos. Visto desde el drama vivido en la tierra por el Divino Maestro, hay tres actos que culminan en la Tentación , la Transfiguración y la Resurrección. Estas tres fases representan en otros términos: La Iniciación del Cristo, la Revelación Total y la Coronación de la Obra; y corresponde bastante bien con lo que los Apóstoles y los Cristianos Iniciados de los primeros siglos llamaron los misterios del Hijo, del Padre y del Espíritu Santo.

El Adepto al observar este símbolo le debe llegar el mensaje de que, es necesario tomar la Cruz pues el Cristo dice al alma abrumada bajo todos los pesos de la tierra:

¡Levántate, pues tu patria está en el cielo; pero si has de crearlo y llegar a él, pruébalo desde aquí por tus obras y por tu amor!.

La respuesta más filosófica la ha dado Rodolfo Steiner:

“Hay que evidenciar a los ojos del mundo que siempre lo espiritual ha vencido a lo material.
La escena del Gólgota no es otra cosa que una Iniciación transportada sobre el plano de la historia Universal.
De las gotas de sangre vertidas sobre la Cruz , mana un torrente de vida para el espíritu.
La sangre es la substancialización del Yo. Con la sangre derramada en el Gólgota
penetraría el amor de Cristo en el humano egoísmo como vivificante fluido”.

Es preciso que el Hijo de Dios beba el cáliz entrevisto en la Transfiguración ; es preciso que descienda al fondo del infierno y del horror terrestre; ( Jesús ha rehusado el brebaje tradicional preparado por las piadosas mujeres de Jerusalén y destinado a dopar a los condenados) y sufrirá su agonía en plena conciencia. La negra nube de un sufrimiento desgarrador apaga sus ojos, ahoga su garganta más, desde el fondo de aquellas convulsiones y de aquellas tinieblas infernales, la conciencia del Salvador siempre despierta, sólo tiene una palabra para sus verdugos: “Padre, perdónalos que no saben lo que hacen”.

La tortura moral se suma y agrega a la tortura física. El Iniciado ha abdicado de sus poderes; el Hijo de Dios va a eclipsarse; sólo queda el hombre que sufre. Durante algunas horas va a perder su cielo, a fin de medir el abismo del sufrimiento humano. La Cruz se eleva lentamente con su víctima y su letrero INRI. Sus discípulos desaparecieron. Sólo oye las injurias de los miembros del Sanhedrín, que juzgan que el profeta ya no es de temer y triunfan de su agonía.

“¡Ha salvado a los otros, dicen, y no puede salvarse así mismo!”. A través de aquellas blasfemias, de aquella perversidad, en una visión aterradora del porvenir, Jesús ve todos los crímenes que los potentados inicuos, los fanáticos sacerdotes, van a cometer en su nombre. ¡Se servirán de su signo para maldecir! ¡Crucificarán con su Cruz!. No es el sombrío silencio del cielo velado para él, si no la luz perdida para la humanidad quien le hace lanzar aquel grito de desesperación: “Padre mío, Por qué me has abandonado?”.

Entonces la conciencia del Mesías, la Voluntad de toda su vida, brota en un último relámpago y su alma se escapa con este grito: “Consumado está”.

¡Oh Divino Hijo del Hombre! Has visto a tu Verbo victorioso volando sobre los siglos, y no has querido otra gloria que las manos y las miradas levantadas hacia a ti de aquellos que han curado y consolado.

Nada había cambiado, en apariencia, en el opaco mundo de materia. Y sin embargo, un singular acontecimiento ha ocurrido en el templo de Herodes.

En el preciso momento en que Jesús expiraba, el espléndido velo de lino, de jacinto y púrpura teñido, que cubría el tabernáculo, se desgarró de arriba a abajo. Y un levita que pasaba vió en el interior del santuario el arca de oro contorneada por querubines de oro macizo con sus alas tendidas hacia la bóveda. Y sucedió algo inaudito, por que los ojos profanos pudieron contemplar el Misterio del Santo de los Santos donde el propio Pontífice máximo no podía penetrar más que una vez al año. Los sacrificadores echaron a la multitud temerosos de que presenciara el sacrilegio.

He aquí el significado del hecho:

La imagen del Querubín que tiene cuerpo de león, alas de águila y cabeza de ángel, semeja la de la esfinge y simboliza la evolución completa del alma humana y su descenso en la carne y su retorno al Espíritu. Cristo hizo que se desgarrara el velo del santuario resolviendo el enigma de la Esfinge. En adelante, el Misterio de la vida y de la evolución se hace asequible para cuantos osan y quieren.

El tránsito de Cristo por los limbos crepusculares, abrió una brecha perdurando en circuitos luminosos y franqueando de nuevo a las almas perdidas las rutas celestes. Así alumbraría la misión de Cristo, ampliando los límites de la vida después de la muerte como ampliara y alumbrara la vida sobre la tierra.

Pero lo esencial de su misión consiste en llevar la certeza de la RESURRECCIÓN ESPIRITUAL en el Corazón de los Apóstoles que debían divulgar su pensamiento por el mundo. Después de resucitar por sí mismo debía resucitar en ellos y por ellos para que este hecho planeara sobre la historia futura. La resurrección de Cristo debía ser la prenda de la resurrección de las almas en esta vida como de su fé en la otra. Por ello no bastaba que Cristo se manifestara a los suyos en visión astral durante el profundo sueño. Necesitaba mostrarse durante la vigilia, en el plano físico y que la resurrección tuviera para ellos, en cierto aspecto, una apariencia material.

Para finalizar vamos a referirnos brevemente a la inscripción sobre la Cruz : I.N.R.I. Tradicionalmente se le ha dado una interpretación paro los profanos de: “ JESÚS NAZARENO REY DE LOS JUDIOS”. Recordemos que en el Latín clásico la letra J equivale a la I latina (Iesus). Pero lo más concluyente para los Iniciados es el aforismo: “ IGNE NATURA RENOVATUR INTEGRA”. Con la Ignición (del fuego). La Naturaleza se Regenera Íntegramente.

En (Ezequiel,9. 1-11) "...... llamó entonces al hombre vestido de lino que tenía la cartera de escriba a la cintura; y Yahveh le dijo: “Pasa por la ciudad, por Jerusalén, y marca una cruz en la frente de los hombres que gimen y lloran por todas las abominaciones que se cometen en medio de ellas. Y a los otros oí que les dijo: “Recorred la ciudad detrás de él, herid. No tengaís una mirada de piedad, no perdonéis; a viejos, jóvenes, doncellas, niños y mujeres matadlos hasta que no quede uno. Pero el que lleve la cruz en la frente no lo toquéis”......

El Adepto sabrá interpretar las visiones del Profeta Ezequiel; pues los marcados con la cruz serán los elegidos del Cristo quiénes ascenderán a planos superiores, los que nó sean marcados, serán los réprobos quienes sufrirán la muerte de reintegrarse al mundo físico denso.

El advenimiento del Hijo del Hombre será como un relámpago
que sale del Oriente y va hacia el Occidente.
( Mateo,24. 27 ).

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